En Cast: Los geólogos suelen decir que las piedras hablan. Los pegollos y muelas de este horreo seguramente nos hablarían de tiempos duros para el campo, de manos recias y curtidas, de épocas en las que la maquinaria agrícola era solo un sueño. Nos hablarían de mañanas o tardes e incluso días enteros segando para la hierba al sol del verano o hierba fresca a la lluvia del otoño. De como con tanto trabajo y también por culpa de alguna maldita piedra se estropeaba el corte de la guadaña y entonces, con paciencia, cabruñando (acción de golpear el metal de la guadaña con los elementos siguientes) con el martillo y la yuncla (yunque pequeño donde se apoya la guadaña para golpear) y afilando en las piedras del horreo, se lograba reparar el filo. Entenderíamos en el instante el por qué de estas cicatrices que vemos y pensaríamos que el dueño segó muchas fincas muchos años. O quizas afilaba los aperos del samartín (matanza del cerdo)... pero las piedras me dijeron que esa historia me la contarían otro día.
jueves, 2 de abril de 2009
Piedres que falen
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