N´Ast: ¡Casi se m´escaez! Ta finando el tiempu les castañes y entá nun vos encamenté dir a pañales. Ye un llabor prestosu y bien recompensáu: asaes, cocíes con llechi y hasta en pote, son un sabrosu premiu al puxu. Y si la collecha ye pequeña, siempres apodemos consolanos estelando ante árboles milenarios como La Narezona, en Liébana, con trece metros de perímetro y un eleváu númberu de guaños (pimpollas en la fastera), dálgunos de tal gordor que bien podíen ser pies independientes. ¡Cuantes xeneraciones atoparíen l´abellugu de les sos rames, madera y frutu! Nota: pido perdón en públicu por xubime al árbol, cosa que nun se debe facer nestos monumentos vivos, lo mesmo que pisar munchu el terrén averáu al tueru, porque nun-yos asienta bien. Ye dalgo que nun sabía aquel dí y deprendí llueu lleendo ún de los magníficos llibros d´Ignacio Abella.
En Cast: ¡Casi se me olvida! Está finalizando el tiempo de las castañas y todavía no os recomendé ir a apañarlas. Es una labor entretenida y bien recompensada: asadas, cocidas con leche y hasta en pote, son un sabroso premio al esfuerzo. Y si la cosecha no es muy grande, siempre podemos consolarnos alucinando ante árboles milenarios como La Narezona, en Liébana, con trece metros de perímetro y un elevado número de brotes (“pimpollas” en la zona), algunos de tal grosor que bien podían ser pies independientes. ¡Cuantas generaciones encontrarían el refugio de sus ramas, madera y fruto! Nota: pido perdón públicamente por subirme al árbol, cosa que no se debe hacer en estos monumentos vivos, al igual que pisar mucho el terreno cercano al tronco, porque no les sienta bien. Es algo que no sabía aquel día y que aprendí luego leyendo uno de los magníficos libros de Ignacio Abella.
En Cast: ¡Casi se me olvida! Está finalizando el tiempo de las castañas y todavía no os recomendé ir a apañarlas. Es una labor entretenida y bien recompensada: asadas, cocidas con leche y hasta en pote, son un sabroso premio al esfuerzo. Y si la cosecha no es muy grande, siempre podemos consolarnos alucinando ante árboles milenarios como La Narezona, en Liébana, con trece metros de perímetro y un elevado número de brotes (“pimpollas” en la zona), algunos de tal grosor que bien podían ser pies independientes. ¡Cuantas generaciones encontrarían el refugio de sus ramas, madera y fruto! Nota: pido perdón públicamente por subirme al árbol, cosa que no se debe hacer en estos monumentos vivos, al igual que pisar mucho el terreno cercano al tronco, porque no les sienta bien. Es algo que no sabía aquel día y que aprendí luego leyendo uno de los magníficos libros de Ignacio Abella.
4 comentarios:
Menuda castañal!! si da en proporcion vaya sacaos!!
Un saludo!
Cocidas en leche? nunca lo había oido (ni leido). En mi tierra galega (y puede que en Asturies tambien) las cocemos con "fiunchos" (brotes tiernos de anís). Aunque sigo decantándome por asarlas y es la manera más gratificante de comerlas pegado a una hoguera despues de haberlas apañado.
Un saludo y enhorabuena por el blog!
¡Qué críu non se subió jamás a los árboles! Será malo, o será peor la pista que ficieron al llau. Yo me quedo con los artículos de la prensa. ¿Bosques naturales? Muniellos y pocu más (y porque non puede tocase). Bosques artificiales, los demás.
¿Ye malo subise a los árboles? Si los hubiera...
PD: ¡Cómo no dibes subite! Si hasta tallaron unes escaleres en el troncu pa la xente.
Ricardo.
Sara: los que vamos al monte medimos por mochilaos, y si, da unos buenos mochilaos...y luego hasta´l coche
Rubén: la verdad que no lo redacté muy bien pero tienes razón. Se cuecen en agua y luego se comen acompañadas de leche. Perdón por la confusión. También las probé como dices con unos amigos galegos que nos dieron un amagüestu a la galega. Gracies por la visita y a seguir velando pol montón de tradiciones de la terra galega.
Ricardo: pues si, los escalones fueron la tentación, porque a mis años ya no me suelo subir por los árboles, no como cuando era críu... Lo de la pista, pues eso, sin comentarios que se comenta solo
Toño
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