N´Ast: Una entrada qu´aportará alcordances a les nueses mas y, sobre tou, a les nueses güeles y nun precisamente bones. Güei, facer la colada, ye pocu más que pone-y deterxente y da-y al botón de la máquina de milenta programes. Decorando una casa, alcontramos esti preséu qu´amuésanos que nun siempres fuere tan fácil: había que dir al ríu o regatu más averáu, acuriosar la tabla, ponese de rodilles nel caxón rectangular (onde vese una escudiella que ná tien de ver col asuntu) y empecipiar a resfregar la ropa pieza por pieza. La llavandera de la casa más importante solía garrar el meyor sitiu y la de la menos, el peor, normalmente a la fin de la corriente, onde l´agua ya nun taría tan llimpia. Lo único qu´alliviaba un pocu la penosa xera yeren los cotilleos que se facíen; vamos, la prensa rosa la dómina. Tiempos duros pa muyeres dures. Una entrada triste pero cola qu´aprovechamos a dicir a güeles y mas cuantu les queremos.
En Cast: Una entrada que traerá recuerdos a nuestras madres y, sobre todo, a nuestras abuelas y no precisamente buenos. Hoy, hacer la colada, es poco más que ponerle el detergente y darle al botón de la máquina de los mil programas. Decorando una casa, encontramos este utensilio que nos demuestra que no siempre fue tan fácil: había que ir al río o reguero más próximo, colocar la tabla, ponerse de rodillas en el cajón rectangular (donde se ve un cuenco que nada tiene que ver con el asunto) y comenzar a restregar la ropa pieza por pieza. La lavandera de la casa más importante solía tener el mejor sitio y la de la menos, el peor, normalmente al final de la corriente, donde el agua ya no estaría tan limpia. Lo único que aliviaba un poco la dura tarea eran los cotilleos que se hacían; vamos, la prensa rosa de la época. Tiempos duros para mujeres duras. Una entrada triste pero con la que aprovechamos a decir a madres y abuelas cuanto las queremos.
En Cast: Una entrada que traerá recuerdos a nuestras madres y, sobre todo, a nuestras abuelas y no precisamente buenos. Hoy, hacer la colada, es poco más que ponerle el detergente y darle al botón de la máquina de los mil programas. Decorando una casa, encontramos este utensilio que nos demuestra que no siempre fue tan fácil: había que ir al río o reguero más próximo, colocar la tabla, ponerse de rodillas en el cajón rectangular (donde se ve un cuenco que nada tiene que ver con el asunto) y comenzar a restregar la ropa pieza por pieza. La lavandera de la casa más importante solía tener el mejor sitio y la de la menos, el peor, normalmente al final de la corriente, donde el agua ya no estaría tan limpia. Lo único que aliviaba un poco la dura tarea eran los cotilleos que se hacían; vamos, la prensa rosa de la época. Tiempos duros para mujeres duras. Una entrada triste pero con la que aprovechamos a decir a madres y abuelas cuanto las queremos.
4 comentarios:
Me acuerdo de ir con mi madre al "lavaderu" con la tabla de lavar y para no ser menos que ella me acabó comprando una tabla pequeñita para que yo fuera a lavar también....¡¡me encantaba!!...claro que para mí era un juego no una obligación, porque en los días frios de invierno no debía ser nada agradable.
Un saludo
Eso eran "paisanas" de verdad....
Y suerte que nos toca vivir en otros tiempos (pa algunes coses¡¡).
Gracies por pasavos por equí:
Toño
Siempre encuentras cosas muy interesantes!
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