N´Ast: Nun empodía finar esta monografía sin presentavos a los personaxes que fixeren posible esta hestoria, la familia Victorero: ellos financiaron les tres estremaes cruces que se fincaren nel Pienzu y ocupárense de manteneles mientres vivieren. Llastrinos emigraos a México, onde fixeren bona bayura, nun duldaren al tornar apolmonaos pola Revoltia Mexicana en facer tol bien que pudieren pol so pueblu. Yeren tamién abondo inxeñosos y entamadores: lo mesmo forxaben un xuegu qu´una máquina. El xuegu agüéyase nes dos primeres semeyes d´enriba, nes que ta la propia familia Victorero chando una partía: el Xuegu de Balandros, enriba un planu de la badía de Llastres d´un metru cuadrau que cuídase na Casa´l Pescador del mesmu pueblu. La máquina yera pa liar pitos (nel estanco "Casa Mero", en La Villa, podéis vela): poníase´l papel nun llau y el tabacu n´otru, dábase una palanca y surdía´l pitu fechu, dalgo novedoso pa la dómina, lo que yos valió buenes perres cola so venta. Perres que, comu diximos, nun duldaben gastar pol bien del so pueblu: na tercera semeya, agüéyase la biblioteca que montaren pal esfrute de los sos vecinos. O en guetar enfluencies p´algamar la meyora´l puertu. Ye más: cuandu morrió la cabera hermana, dexó la casa familiar a les monxes pa facer una escuela. Esta xente, que tantu fizo por un de los pueblos perguapos y señalaos d´Asturies, bien merita esti piqueñu homenaxe, comu bien merita una placa nel Pienzu (indrúxulo: entá nun la tienen) n´alcordanza d´ellos y d´esta hestoria.
En Cast: No podía terminar esta monografía sin presentaros a los personajes que hicieron posible esta historia, la familia Victorero: ellos financiaron las tres diferentes cruces que se plantaron en el Pienzu y se ocuparon de mantenerlas mientras vivieron. Lastrinos emigrados a Méjico, donde hicieron una buena fortuna, no dudaron al volver obligados por la Revolución Mejicana en hacer todo el bien que pudieron por su pueblo. Eran también muy ingeniosos y emprendedores: lo mismo inventaban un juego que una máquina. El juego se ve en las dos primeras fotos de arriba, en las que la propia familia echa una partida: el Juego de Balandros, sobre un plano de la bahía de Lastres de un metro cuadrado que se conserva en la Casa del Pescador del mismo pueblo. La máquina era para liar cigarrillos (en el estanco "Casa Mero" de Villaviciosa se puede ver una): se ponía el papel en un lado y el tabaco en otro, se daba a una palanca y salía el cigarro terminado, algo novedoso para la época, lo que les valió un buen dinero con su venta. Dinero que , como dijimos, no dudaban en gastar en beneficio de su pueblo: en la tercera foto se ve la biblioteca que financiaron para el disfrute de sus vecinos. O en buscar influencias para lograr la mejora del puerto. Es más: cuando murió la última hermana, dejó la casa familiar a las monjas para fundar un colegio. Esta gente, que tanto hizo por uno de los pueblos más hermosos e importantes de Asturias, bien merece este pequeño homenaje, como bien merece una placa nel Pienzu (incomprensible: todavía no la tienen) en recuerdo suyo y de esta historia.
En Cast: No podía terminar esta monografía sin presentaros a los personajes que hicieron posible esta historia, la familia Victorero: ellos financiaron las tres diferentes cruces que se plantaron en el Pienzu y se ocuparon de mantenerlas mientras vivieron. Lastrinos emigrados a Méjico, donde hicieron una buena fortuna, no dudaron al volver obligados por la Revolución Mejicana en hacer todo el bien que pudieron por su pueblo. Eran también muy ingeniosos y emprendedores: lo mismo inventaban un juego que una máquina. El juego se ve en las dos primeras fotos de arriba, en las que la propia familia echa una partida: el Juego de Balandros, sobre un plano de la bahía de Lastres de un metro cuadrado que se conserva en la Casa del Pescador del mismo pueblo. La máquina era para liar cigarrillos (en el estanco "Casa Mero" de Villaviciosa se puede ver una): se ponía el papel en un lado y el tabaco en otro, se daba a una palanca y salía el cigarro terminado, algo novedoso para la época, lo que les valió un buen dinero con su venta. Dinero que , como dijimos, no dudaban en gastar en beneficio de su pueblo: en la tercera foto se ve la biblioteca que financiaron para el disfrute de sus vecinos. O en buscar influencias para lograr la mejora del puerto. Es más: cuando murió la última hermana, dejó la casa familiar a las monjas para fundar un colegio. Esta gente, que tanto hizo por uno de los pueblos más hermosos e importantes de Asturias, bien merece este pequeño homenaje, como bien merece una placa nel Pienzu (incomprensible: todavía no la tienen) en recuerdo suyo y de esta historia.
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